Si bien es cierto que la pedagogía Montessori siempre ha sido tan admirada como criticada, no deja de ser un enfoque interesante del que podemos hacer uso no solo en las aulas, sino también a nivel familiar y en la educación del día a día con nuestros niños.
En esta ocasión, queremos hablarte de la rabia y de esas explosiones de nerviosismo en los más pequeños que tan complicadas nos resulta canalizar, controlar e incluso de entender.
Uno de los conceptos más útiles que nos dejó María Montessori fue el de los periodos sensibles. Los niños, desde que nacen hasta los 6 años, experimentan lo que se conoce como “ventanas de oportunidad”.
Son instantes donde tienen unas habilidades innatas para aprender, para adquirir determinadas competencias y habilidades.
Es entonces cuando se abre la mejor ocasión para enseñarles a canalizar y a comprender ese complejo mundo emocional que en ocasiones, los desborda.
Hoy en nuestro espacio te ofrecemos unas sencillas estrategias.
Pedagogía Montessori para canalizar las rabietas y la ira en los niños
Todos sabemos más o menos de qué forma se orienta la enseñanza en los centros donde se aplica la pedagogía Montessori.
Se intenta favorecer por encima de todo, esa autonomía en el niño donde él mismo sea responsable de su aprendizaje a través de su curiosidad y de la interacción con todo lo que el medio puede propiciarle.
Ahora bien, lo que muchos padres y madres se pueden preguntar es de qué forma la pedagogía Montessori nos puede ayudar en ese entorno más cercano y primario como es el hogar. Al fin y al cabo, es el entorno más próximo y donde los niños reciben esas pautas educativas más básicas.
Veamos unos consejos sobre los que reflexionar y que nos pueden servir muy bien a la hora de gestionar esos instantes de rabia o enfado.
La educación socio-emocional
María Montessori nunca habló de la educación o la inteligencia emocional “a secas”. Para la célebre pedagoga, emoción y socialización iban de la mano.
Cuando un niño explota en una rabieta lo que siente más que nada es que su entorno social no se ajusta a sus expectativas:
- No puede tener aquello que desea, se siente ofendido, molesto con algo o alguien, es incapaz de aplazar una gratificación… Todo ello se traduce en lágrimas, gritos y patadas.
- Las emociones afloran en ese contexto socio-emotivo del niño al interaccionar con los adultos u otros niños, y un aspecto no puede separarse de otro.
- A pesar de que muchos critiquen el método Montessori por ofrecer al niño esa supuesta libertad e independencia, no podemos olvidar algo fundamental:
el adulto es guía, el adulto propicia el aprendizaje y, por encima de todo, el adulto es un modelo que se debe imitar y seguir.
- Los periodos sensibles comprendidos entre el nacimiento y los 6 años son una época clave para que nosotros estemos ahí con el fin de dar respuesta a cada pregunta y atención a cada emoción.
Aspectos que debemos tener en cuenta para guiar el mundo emocional del niño
- No desprecies ninguna palabra o conducta del niño, ni tampoco lo compares. Todo ello genera más rabia.
- Propicia que el niño se sienta seguro en cada momento, seguro para hablar contigo, seguro para atreverse a descubrir el mundo, a hablar con otros niños, a jugar con respeto, a confiar, a crear.
- Permite que el niño se equivoque. Ofrécele consejo, pero deja que sea él mismo quien resuelva sus errores. Los niños necesitan hacer las cosas por sí mismos para sentirse capaces y aumentar su autoestima.
- Cuando un niño expresa rabia o ira hay algo que no puede o no sabe expresar, hay un hecho en sí mismo o en su entorno cercano que debemos conocer y comprender.
Por ello, es vital que, como padres, lo guiemos con calma y paciencia.Nunca descuides estas expresiones de ansiedad o nerviosismo, en especial si son pequeños. Hay que conocer el origen y ofrecer estrategias.
Los frascos de calma
En los últimos años se ha puesto muy de moda los llamados frascos de calma para aliviar el estrés y la ansiedad en los niños. Ahora bien, es preciso aclarar cuál es su finalidad y cómo utilizarlos.
- Los frascos de calma son un estímulo visual donde el niño puede centrar su atención durante unos instantes gracias a los movimientos de la purpurina.
- Deben utilizarse siempre en compañía de un adulto.
- Podemos, por ejemplo, llevarlos cada día a la cama del niño, y mientras lo observa y lo mueve, nosotros, podemos preguntarle cómo le ha ido el día, qué le preocupa, qué miedos alberga su corazón, qué le gusta, qué no le gusta…
- Haremos esas preguntas de modo acertado, sin juzgar, sin que sea un interrogatorio directo sino, más bien, un juego donde propiciar el desahogo emocional de nuestros hijos.
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